Uno no se puede sentir embarazada de un día a otro, aunque así sea, y menos
sentir que serás mamá, eso es algo que precisa de mucho, pero mucho más tiempo,
que sabía la naturaleza de darnos 9 meses para comprenderlo.
El primer día en que recibí la noticia, no lo acepte, hasta verlo con mis
propios ojos (aunque ya sabía la verdad) así que conseguí hora con el doc, para
confirmar todo.
Ese día mi compañero de aventuras tenía clase en la noche, así que me quede
sola, y atrapada con esa incógnita verdad que me negaba a imaginar… Fui al baño
y mientras me lavabas las manos con la cabeza bloqueada, levanto la mirada y
ahí recién pude ver y contemplar lo que era y todo lo que se venía. Mi rostro
ya no sería más el mismo, yo ya no sería la misma, mi vida cambiaría, mi
cuerpo, mi todo.
No podía despegar mi ojos del espejo y sentir esa pena profunda al verme
relativamente niña, me estaba despidiendo de eso, de mis ganas de probar,
equivocarme, experimentar… me sentí muy sola, a pesar de ya estarlo en un país
en donde tendrían que pasar muchos años para que alguien me quiera tanto como
me quiere mi gente en Chile, y a pesar de todo, aunque estuviera en mi propio
país, con mi familia y amigos colgando de mi, nadie me hubiese podido acompañar
con ese sentimiento.
Después de todo, llorar, me había hecho sentir un poco más normal, me quite
algo de encima, la despedida de mi misma me hizo bien, sentí.
Mi compañero parecía haber recibido muy bien todo, al día siguiente de nuestro
test, él ya había asumido nuestra situación de “embarazados” me tocaba la
barriga al despertar y hacia planes, cuando por mi parte, estaba esperando los
exámenes del doc para confirmarlo, recién. Su comportamiento me sorprendía y me
confundía a la vez, me gustaba que le gustara la idea de tener un hijo conmigo,
pero me perturbaba que lo viera de un modo tan simple para ambos, porque para
una mujer, jamás será igual que para su compañero, porque el estado
“embarazada” te invade física y emocionalmente de inmediato, mientras que para
el hombre, tan solo es una idea, que comienza a cobrar vida de una manera muy
lenta y esto ayuda a que “aceptar” el estado, sea más fácil para ellos( a mi
juicio).
Y bueno, después de una mañana completa dedicada a una serie de exámenes y un
fatídico ayuno, terminé por dirigirme a donde me haría la bien ponderada eco. En
mi estomago cargaba dos litros de agua, una vejiga a punto de estallar y un
nudo en el estomago. Acostada en la camilla, recordé esos juegos infantiles,
después de el gel y presionar mi estomago, la mujer que me hacia la eco, miraba
la pantalla y fruncía el seño,
me
preguntó por mi menstruación (en ese entonces pensé, que mi seudo
embarazo,
era tan solo un atraso) le
dije, que era muy irregular, que casi siempre se me atrasaba… ella acento con
la cabeza y en esos milésimas de segundo, sentí una leve decepción de no estar
embarazada, sentimientos encontrados. Entonces
da vuelta la pantalla, y me dice: no tienes dos meses de embarazo (como
yo y el medico creíamos según mi ultima regla), tienes 7 semanas y eso que ves
ahí, que se mueve, es su corazón, lo único que podemos distinguir por ahora, es
muy pequeñito… otra vez estaba embarazada. Salimos de la sala, tomamos un
colectivo, sin hablar, más que miradas y risas de mi parte. Mi estado antes de
la ecografía era un poco de angustia y sin regla, y el de
después de ver la imagen de su corazón dentro
de mi fue, de embarazada, ya estaba asumida, no sentía angustia ni nada, solo
pensaba, que ya no estaría nunca más sola.
Puede sonar confuso, pero después de la última regla, no hay reglas, las
emociones son ilimitadas, somos libres, pero después de esto, siempre y cuando haya
ganas, la primera regla es asumir el estado, “ESTAS EMBARAZADA”